¡Ser así o asá!
Una bailarina
en una caja de música me había robado el corazón. De pequeña andaba de
puntillas por mi cuarto, ese era mi mayor delirio. Soñaba con ser bailarina con
un enorme tutú rosa, enloquecíada por bailar, estar de puntillas entre las
nubes. ¡Fantasear! que gran descubrimiento, podría estar horas divagando con
los ojos abiertos. Ese era un tiempo magnifico. A pesar de ser un poco chicote,
era tímida e introvertida. Para entonces era: la raspa, la pezote,
la pinguza, la peluca, la choronguito. Adjetivos que me definían entre mis
familiares. Eso englobaba dulcemente un mundo que sólo yo puedo interpretar y que he atesorado a lo largo de los años.
Siempre supe que era una niña especial, distinta que las demás. Los
comentarios de tranquila, fantasiosa, imaginativa, creativa, dulce, pequeña, enredo,
atrevida, gatuna y amante de los animales; no siempre eran bien intencionados.
A pesar de parecer la mayoría virtudes, hubo un tiempo en que significan
cosas como: lenta o holgazana, fuera de la realidad o embobada, poco
perceptiva y práctica, empalagosa, inmadura, en medio como los jueves, ponerse en peligro gratuitamente incluso poco femenina de aspecto desaliñado, madre adoptiva de todos los
gatos de la calle, además de: ranas, sapos, ratones, escarabajos de la patata, erizos,
ardillas, saltamontes, serpientes, orugas… o cualquier bichito viviente.
Curiosamente
hoy he sabido que gracias a esos rasgos, hicieron de mí la mujer sensible,
madura, segura, confiada, enérgica, positiva, despierta, locuaz, hábil, espontánea
y amorosa que soy hoy (rasgos valorados por la médica antroposófica) - ¡Ahí es
nada!, Caray dije cuando oí el veredicto-; esa infancia feliz ha sido
determinante para mí.- ¡Caramba, caramba!
El primer
septenio es el momento que marcará el resto de la vida de un individuo, son los
años concluyentes para establecer carencias y comportamientos. Resolución de
problemas, fijaciones y satisfacción personal.
Ese tiempo tan enriquecedor
que hoy mirando atrás, he comprendido que fue definitivo: donde las horas no
contaba, donde ser mayor era una broma, donde los animales eran mis mejores
amigos, donde los mocos asaltaban mis mangas, donde el chocolate nunca era en demasía,
donde mis hermanos no representaban un peligro para crecer ya que no competías
por el cariño si no lo compartías. Un tiempo donde mi padre contaba los mejores
cuentos del mundo, con la entonación perfecta para cada personaje. Donde en los
primeros meses, el pecho de mi madre fue un maná de leche y miel para cada uno
de sus hijos.
Así que si soy diferente, lo admito: impuntual, habladora, insurrecta,
estrafalaria, valiente, perspicaz, impulsiva, dinámica, tolerante, paciente,
entre otras virtudes y defectos… parece apuntar a lo vivido hasta los 7 años. Así
que cuando soñaba ser bailaría de una caja de música no sabía todo lo que me
aportaría. Es cierto que no soy mejor que nadie, pero a mí me vale ¡ser así o
asá!