Mujeres que se alimentan de amor
Cuando eres una mujer de unos 50 años. Cuando has cruzado el
umbral del pensamiento febril. Cuando tu aspecto es de madurez, reflexión o prudencia,
donde la tolerancia se instaura para siempre. No te importan las críticas, ni
la ejecución de los demás en sus sibilinas decisiones. No importan los tesoros terrenales,
las casas perfectas, las joyas valiosas. Se atesoran palabras, majestuosas
vistas de postal, paz, raciocinio, dialéctica, armonía, dar por el puro placer
de dar, amar y ser amado. Contemplar
desde una perspectiva de pleno agradecimiento a la vida, las dulces riquezas
conseguidas en el tiempo como son los hijos… la familia, los amigos que son
para siempre. Es tan apacible conectar
con todo cuanto llena una mente sana y en equilibrio. Magnífico es la esencia que
con gratitud afrontas ser merecedor de un nuevo día, de más sonrisas amables,
de más campos de amapolas, de más girasoles o lavandas, nubes blancas, del mar en
su vaivén, de lunas redondas, de soles perfectas alineadas al horizonte, de
sutil rumor a bienestar; de sabanas oliendo a amanecer, de pasión,
de locura, de descanso… Cuanto bueno y barato que a veces se camufla entre las prisas,
el trabajo, el obligado ocio, el estatus, la apariencia, el bien quedar, lo que
dirán y lo que piensas de ti misma.
Que
buenos es verse en sus defectos que pasan a ser casi virtudes, atreverte a
decir lo que no te interesa, rechazar con toda tranquilidad proposiciones, no
aguantar mentes trepadoras, distorsionadas por el afán. No tener que ser apócrifo
por la cortesía o encorsetadas variables preestablecidas. La educación no dicta más el permanecer donde
uno no quiere, ni sujetarse a las carencias de los demás, está bien que
prosperen, que aprendan, que maduren… Es un alivio cumplir los 50 y los tantos
hasta 120. Reconocer la mujer que habita en nosotras, la que somos y presumamos de ello con orgullo, con estirpe, con condescendencia, con amor y solo amor por
los nuestros, por los otros. Mujeres que se alimentan de amor y solo de amor... lo demás no tiene cabida.
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